Por medio del sacerdocio, podemos recibir las ordenanzas de salvación, incluso el bautismo, la confirmación y las ordenanzas del templo que sellan a nuestra familia por la eternidad. Guardar los convenios asociados a estas ordenanzas trae el poder del sacerdocio —el poder de Dios— a nuestra vida. Podemos reconocer cómo obra este poder en nuestra vida cuando nos arrepentimos sinceramente y recibimos el perdón, nos volvemos más sensibles a las impresiones y a la guía del Espíritu Santo, y nos fortalecernos mediante las ordenanzas del Evangelio. Por medio del sacerdocio también recibimos bendiciones del Sacerdocio especiales de consuelo y sanidad, incluso bendiciones de nuestro padre y bendiciones patriarcales. Las promesas de esas bendiciones se materializan por medio de nuestra fe.
- ¿Cuándo ha reconocido en su vida el poder del sacerdocio por haber observado sus convenios? ¿Tiene alguna experiencia que podría compartir con las jóvenes?
- ¿Cómo ha bendecido el poder del sacerdocio a las jóvenes de la clase? ¿Qué puede hacer para ayudarlas a reconocer el poder del sacerdocio en sus vidas?
Asegúrese de que las jóvenes reconozcan que tienen acceso a las bendiciones del sacerdocio independientemente de sus circunstancias. Estas bendiciones pueden recibirse por medio de familiares, los líderes del sacerdocio y los maestros orientadores.
Pida a las jovencitas que piensen en esta pregunta: “¿Cuáles son las bendiciones del sacerdocio que están al alcance de toda mujer de la Iglesia? Muestre las láminas de las ordenanzas del sacerdocio a medida que vaya mencionándolas.
– Pueden imprimir 2 veces estas tarjetas y hacer un juego de memoria –
Escriba en la pizarra las sugerencias de las alumnas, y asegúrese de que todas tengan la oportunidad de decir algo. Las respuestas pueden ser: El bautismo para la remisión de los pecados, la confirmación y el recibir el don del Espíritu Santo, la Santa Cena, la investidura del templo, el casamiento en el templo, las ordenanzas del templo que se efectúan por los muertos, el recibir un nombre y una bendición poco después de nacer, el recibir una bendición de padre de nuestro progenitor, el recibir una bendición de salud, las bendiciones patriarcales, el ser apartadas para prestar servicio en la Iglesia, el recibir la visita de los maestros orientadores, entrevistas personales con los miembros del obispado.
Ayude a las jovencitas a darse cuenta de que, por medio del sacerdocio, recibimos muchas de las bendiciones más valiosas en la vida.
Cartel Exponga el cartel con el círculo del sacerdocio, y explique que las secciones del círculo representan las vías por las que nuestro Padre Celestial hace llegar las bendiciones del sacerdocio a los miembros de la Iglesia.
Explique que, en la Iglesia, las bendiciones del sacerdocio llegan a todas las hermanas, ya sea que tengan o no un poseedor del sacerdocio en el hogar. Tenemos a nuestro alcance todas las bendiciones que se mencionan en esta lección por medio de los poseedores del sacerdocio que figuran en el círculo del sacerdocio.
Cuente el relato que se menciona a continuación de una jovencita que recibió grandes bendiciones por medio del poder del sacerdocio:
Jane Snyder Richards nació en 1823, en los Estados Unidos. En una ocasión en que su hermano Robert estaba gravemente enfermo, éste leyó en el Nuevo Testamento algo acerca del bautismo por inmersión y oró para saber quién podría efectuar la ordenanza como era debido. En forma muy clara y patente, oyó en la mente el nombre “John E. Page”. Posteriormente, se enteró de que John E. Page era un misionero de la Iglesia que había llegado a la localidad a predicar el evangelio. Después de haber solicitado que lo bautizaran y de que el élder Page le diera una bendición del sacerdocio, Robert recuperó la salud y siguió adelante bautizando a cientos de personas.
Para cuando su hermana Jane tenía dieciséis años, la mayoría de los miembros de la familia se habían bautizado en la Iglesia, excepto ella, que cayó enferma de gravedad y no había médico que pudiera curarla. Robert, que había ido a trabajar en la obra misional, regresó para verla. Jane contó lo sucedido en las siguientes palabras:
“Cuando mi hermano volvió y me encontró tan enferma, se preocupó mucho y ayunó y oró por mí… sin beber agua ni comer alimentos durante tres o cuatro días… Entró en mi habitación y, apoyando la cabeza en la almohada, junto a la mía, me dijo: `Mi querida hermana, ¡bautízate, por favor!’
“A la mañana siguiente… yo estaba paralizada y todo parecía indicar que me estaba muriendo; aunque no podía hablar ni moverme, entendía todo lo que me decían y podía contestar moviendo un poco la cabeza. Mi hermano lloró junto a mí y otra vez me suplicó que me bautizara. Entonces me preguntó si podía ungirme con aceite y orar por mí… Cuando él estaba orando, se me hizo la luz y me di cuenta, en forma tan clara como si lo hubiera estado leyendo en un libro, que yo debía bautizarme. Cristo, que fue libre de pecado alguno, tuvo que ser bautizado, ¿era acaso yo mejor que Él? “En ese mismo momento se me fueron los dolores; la parálisis desapareció y sólo me sentía débil. Cuando mi hermano, que estaba de rodillas, se puso de pie… le supliqué que me bautizara. Él protestó porque era pleno invierno; el agua del lago estaba congelada y el exponerme a temperaturas tan bajas podría haber sido fatal para mí. Pero yo no le tenía miedo a la muerte, sólo quería ser bautizada.
“Ante mi insistencia, al día siguiente me llevaron al lago, donde fue necesario romper el hielo que tenía unos treinta centímetros de espesor. Se había congregado un gran número de personas, y algunas le dijeron a mi hermano que si me sumergía en el agua helada en las condiciones en que yo me encontraba lo pondrían en la cárcel. No obstante, me bautizó e inmediatamente me sentí bien… Les dije [a la gente] que yo lo hacía por voluntad propia, que nadie me estaba obligando a hacerlo… y que ellos no debían hacer nada en contra de mi hermano porque él estaba llevando a cabo la obra de Dios y que Dios mismo los castigaría si interferían.”
No arrestaron a Robert, y Jane, no sólo no sufrió consecuencia alguna por haberse bautizado en el agua helada, sino que se curó milagrosamente (Bosquejo de la biografía de Jane Snyder Richards, en el Departamento Histórico de La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días, págs. 1–7).
• ¿Qué bendiciones recibió Jane por medio del poder del sacerdocio? (Su hermano la ungió cuando estaba enferma y después la bautizó; ella fue sanada y recibió un testimonio de la veracidad del evangelio.)
• ¿Qué les ha impresionado más del relato de Jane? ¿Qué pueden aprender de ella?
Para resumir la lección, lea las siguientes citas:
“El sacerdocio es para bendecir a todos: a hombres, a mujeres y a niños. Por medio de él, recibimos y administramos las ordenanzas del evangelio, que comprenden el bautismo, la confirmación, la Santa Cena, todas las ordenanzas del templo incluso los sellamientos por esta vida y por toda la eternidad, y la obra por los muertos; por medio del poder del sacerdocio, el enfermo se cura, el paralítico camina, el ciego ve y el sordo oye de acuerdo con la fe de quien reciba la bendición y con la voluntad de nuestro Padre Celestial. Las bendiciones inherentes a este poder consuelan al que sufre y levantan al caído” (véase N. Eldon Tanner, “El sacerdocio de Dios”, Liahona, feb. de 1974, pág. 6).
“Las mujeres jóvenes, al igual que los hombres jóvenes, tienen motivo para regocijarse por la restauración del sacerdocio. Y nos regocijamos… porque el sacerdocio ha sido restaurado para bendecir a toda la familia humana, y su poder, cuando se ejerce en justicia, une al hombre y a la mujer, a hijos e hijas y a las familias. Sí, tenemos motivo para regocijarnos todos juntos. Y el estar unidos en rectitud es la raíz del plan que nuestro Padre Celestial tiene para sus hijos e hijas; es un plan glorioso del que todos formamos parte” (Ardeth G. Kapp, “Together in Righteousness”, New Era, junio de 1986, pág. 20).
Pida al padre de familia o al otro poseedor del Sacerdocio de Melquisedec a quien haya invitado que explique cómo ha utilizado su sacerdocio para bendecir a los demás.
• ¿Cómo puede la mujer estar más capacitada para recibir las bendiciones del sacerdocio?
Destaque que, si somos dignas, recibiremos bendiciones maravillosas por medio del sacerdocio.
Exprese su testimonio sobre las bendiciones que podemos recibir por medio del sacerdocio. Recalque que debido a que el poder y las bendiciones del sacerdocio son tan importantes en nuestra vida, cada mujer joven tiene la responsabilidad de aprender lo que éste significa y de instar a todos los varones jóvenes a magnificar los llamamientos que reciban en la Iglesia. Agregue que es de suma importancia que ellas vivan dignamente y escojan como esposo a un poseedor del Sacerdocio de Melquisedec.