Este es un Programa Sacramental de Pascua. Cuenta con algunos pequeños mensajes y varios números musicales. Si en sus barrios nunca lo hicieron, es muy parecido a Música y Palabras de Inspiración de la Conferencia General. Recuerden que deben seguir las normas de la Reunión Sacramental de la minuta y este programa inicia luego de la Santa Cena. No pueden usarse disfraces, ni ayudas visuales.
Si lo desean, los número musicales pueden ser interpretados por el coro del barrio, familias, niños de la Primaria, solos o por toda la congregación.
En la página oficial de la Iglesia dice:
¿Cuáles son las normas en cuanto a las cantatas para las reuniones de Pascua y de Navidad?
Si se presenta un programa musical, este debe ser sencillo, reverente y lo suficientemente breve para dejar tiempo para un mensaje. Las reuniones sacramentales no se deben delegar a grupos musicales externos. En la reunión sacramental no son apropiados los recitales, los conciertos ni los espectáculos musicales” (véase el Manual 2, 14.4.4).
Y también dice:
Los Santos de los Últimos Días llevan a cabo los servicios dominicales de la Pascua de Resurrección, pero no siguen las prácticas religiosas del Miércoles de Ceniza, la Cuaresma ni Semana Santa. En los servicios de la Pascua SUD tradicionalmente se repasan los relatos de Cristo del Nuevo Testamento y el Libro de Mormón sobre la crucifixión, Su resurrección y los acontecimientos relacionados. Para estos servicios, a menudo las capillas se decoran con azucenas blancas y otros símbolos de la vida. Con frecuencia, los coros de barrio hacen una presentación de la Pascua de Resurrección, y las congregaciones cantan himnos sobre la Pascua. Como en los servicios de los demás domingos, los emblemas de la Santa Cena se reparten a la congregación.

Programa Sacramental de Pascua de Resurrección
Narrador: “Porque de tal manera amó Dios al mundo que ha dado a su Hijo Unigénito, para que todo aquel que en él cree no se pierda, mas tenga vida eterna”. – Juan 3:16.
Narrador: Aunque sabía que iban a tratar cruelmente a Jesús, nuestro Padre Celestial lo envió a la tierra, y lo hizo porque nos ama. Jesús también nos quiere mucho y por esa razón quiso venir a este mundo. Los dos deseaban que cada uno de nosotros tuviese la oportunidad de volver otra vez a la presencia de nuestro Padre para vivir con Él. Por eso no es de extrañarse que los ángeles cantaran de gozo por el milagro de amor, el don del nacimiento del Salvador.
Número Musical: «Noche de luz«, Himnos 127
Narrador: “Id, pues, y aprended qué significa: Misericordia quiero y no sacrificio; porque no he venido a llamar a justos, sino a pecadores al arrepentimiento. Entonces vinieron a él los discípulos de Juan, diciendo: ¿Por qué nosotros y los fariseos ayunamos muchas veces, y tus discípulos no ayunan?” – Mateo 9:13-14
Narrador: Cuando Jesús creció, se pasó el tiempo enseñando a la gente en qué forma podían vivir y la manera de ser felices. Predicó el evangelio; sanó a los enfermos; bendijo a los niños. Amó a todos y muchas personas le amaron también a Él. Vivió una vida de servicio y nos dio el ejemplo perfecto que debemos seguir. Nunca pensó en sí mismo, sino que vivió su vida siempre dando a su prójimo.
Número Musical: «Me gusta pensar en el Señor«, Canciones para los niños 35
Narrador: “Y estando en agonía, oraba más intensamente; y era su sudor como grandes gotas de sangre que caían a tierra” – Lucas 22:44
Narrador: Solamente hubo tres testigos terrenales del sufrimiento de Jesucristo en el Jardín de Getsemaní; y ellos estuvieron dormidos la mayor parte del tiempo. En ese jardín y, más tarde, en la cruz, Jesús tomó sobre Sí los pecados, los dolores y los sufrimientos de cada persona que jamás haya vivido, aunque casi nadie de los que vivían en aquel momento eran conscientes de lo que estaba pasando. Entonces, los acontecimientos más importantes de la eternidad suelen ocurrir sin recibir mucha atención del mundo. No obstante, Dios el Padre sí estaba al tanto. Él escuchó las súplicas de Su fiel Hijo:
“Padre, si quieres, pasa de mí esta copa; pero no se haga mi voluntad, sino la tuya. Entonces se le apareció un ángel del cielo para fortalecerle” (Lucas 22:42–43). Aunque no estuvimos presentes para atestiguar ese acto de altruismo y sumisión, en cierto modo, todos nosotros podemos ser testigos de la expiación de Jesucristo. Cada vez que nos arrepentimos y recibimos perdón de nuestros pecados, y cada vez que sentimos el poder fortalecedor del Salvador, podemos testificar de lo que ocurrió en el Jardín de Getsemaní.
Número Musical: «Getsemaní”, Liahona Marzo 2018
Narrador: «Y Jesús, cargando su cruz, salió al lugar llamado de la Calavera, y en hebreo, Gólgota, donde le crucificaron, y con él a otros dos, uno a cada lado, y Jesús en medio”. – Juan 19:17-18
Narrador: El viernes, después de una larga noche de acusaciones ilegales, Jesús fue sentenciado a muerte. Lo golpearon, se burlaron de Él, lo escupieron y lo colgaron sobre la cruz con clavos que traspasaron sus manos y sus pies y lo abandonaron allí para que muriera. Aun así, en esas terribles circunstancias, no dejó de amar a sus semejantes. Perdonó a los que lo estaban matando. Mientras que estaba sobre la cruz, la obscuridad cubrió la tierra porque los hombres estaban asesinando a su Creador.
Número Musical: «En el Calvario, en la cruz«, Himnos 111
Narrador: “Y al atardecer, vino un hombre rico de Arimatea, llamado José, que también había sido discípulo de Jesús. Este fue a Pilato y pidió el cuerpo de Jesús; entonces Pilato mandó que se le diese el cuerpo. Y tomando José el cuerpo, lo envolvió en una sábana limpia y lo puso en su sepulcro nuevo, que había labrado en la peña; y después de haber hecho rodar una gran piedra a la entrada del sepulcro, se fue» – Mateo 27:57-60
Narrador: Como en aquel entonces el día de reposo era el sábado y en ese día no se permitía enterrar a los muertos, Jesús fue sepultado el viernes por la noche en una tumba prestada. Algunas mujeres deseaban poner aceite especial en el cuerpo de Jesús para prepararlo para la sepultura; sin embargo, no tuvieron tiempo y planearon regresar después del día de reposo para finalizar su tarea y preparar el cuerpo. Aquel día de reposo pareció más largo de lo acostumbrado y fue un día muy triste. Jesús había muerto, y sus seguidores sólo podían esperar y llorar, pensando en Él.
Número Musical: «Cristo, el Redentor, murió«, Himnos 114
Narrador: “Y el primer día de la semana, muy de mañana, ellas fueron al sepulcro, llevando las especias aromáticas que habían preparado, y algunas otras mujeres con ellas. Y hallaron removida la piedra del sepulcro. Y, al entrar, no hallaron el cuerpo del Señor Jesús. Y aconteció que, estando ellas perplejas por esto, he aquí se pusieron de pie junto a ellas dos varones con vestiduras resplandecientes; y como ellas tuvieron temor e inclinaron el rostro a tierra, les dijeron: ¿Por qué buscáis entre los muertos al que vive?
No está aquí, sino que ha resucitado; acordaos de lo que os habló, cuando aún estaba en Galilea, diciendo: Es menester que el Hijo del Hombre sea entregado en manos de hombres pecadores, y que sea crucificado y resucite al tercer día.
Entonces ellas se acordaron de sus palabras, y volviendo del sepulcro, dieron nuevas de todas estas cosas a los once y a todos los demás”. – Lucas 24:1-9
Narrador: La gran piedra del sepulcro fue quitada, y un ángel anunció que Jesús se había levantado de los muertos. María Magdalena fue la primera que lo vio y fue a contar lo sucedido a los Apóstoles; sin embargo, ellos no creyeron en sus palabras. Pronto el Salvador se apareció a otras personas.
Cuando los Apóstoles estaban reunidos:
«Jesús se puso en medio de ellos, y les dijo: Paz a vosotros.
«Entonces, espantados y atemorizados, pensaban que veían espíritu.
«Pero él les dijo: ¿Por qué estáis turbados, y vienen a vuestro corazón estos pensamientos?
«Mirad mis manos y mis pies, que yo mismo soy; palpad y ved; porque un espíritu no tiene carne ni huesos, como veis que yo tengo.» (Lucas 24:36-39.)
Por fin creyeron en sus palabras, aunque estaban llenos de gozo y asombro. Jesús se había levantado de los muertos y estaba otra vez entre ellos.
Aunque los acontecimientos de la primera Pascua sucedieron hace casi dos mil años, la historia de Jesús no termina allí, pues Él todavía vive y nos sigue amando. Otra vez su Iglesia está sobre la tierra a fin de que todos podamos gozar de las bendiciones del evangelio. Este es el milagro de la Pascua. Jesús el Cristo ha triunfado sobre el pecado y la muerte. Él vive.
Número Musical: «Resucitó Jesús”, Canciones para los niños, 44
Mensaje final del obispo
