– Pregunte a los niños cómo se sentirían si alguien los empujara o les pegara. Sostenga en alto una piedra grande y diga a los niños que eso representa esos sentimientos heridos. Coloque la piedra en un calcetín (media) largo. Invite a un niño a pasar al frente del salón y a amarrarse el calcetín al tobillo. Pida al niño que camine. Hablen sobre la forma en que aferrarse a los malos sentimientos nos arrastra hacia abajo. Explique que cuando perdonamos a las personas que nos hieren, nos deshacemos de esos malos sentimientos. Permita que el niño se desate el calcetín. Pida a los niños que digan: “El perdón nos da paz”.
– Con varios días de anticipación, pida a las hermanas líderes o a los maestros o maestras que se preparen para compartir uno de los siguiente relatos de las Escrituras en cuanto al perdón:
Jesús perdona cuando está en la cruz (véase Lucas 23:13–34).
Muéstreles la Biblia y explíqueles que la Biblia relata lo que dijo Jesús acerca de perdonar a los demás. Dígales que una vez, uno de los Apóstoles le preguntó cuántas veces había que perdonar y que Él le contestó que debemos estar dispuestos a perdonar siempre. Explíqueles que ese libro también relata la forma en que Jesús mismo perdonó.
Muéstreles la lámina 1–59, de la Crucifixión. Cuénteles lo crueles que fueron con Jesús los soldados, que lo golpearon y le escupieron encima; después, le clavaron clavos en las manos y en los pies y lo dejaron colgado de la cruz para que muriera. A pesar de eso, Jesús no estaba enojado con ellos y los perdonó. (Trate de no hacer la historia muy dramática, pues algunos niños quizás se impresionen mucho con la idea de que alguien haya podido hacer tanto daño al Señor.)
Busque Lucas 23:34, y lea a los alumnos lo que Jesús dijo cuando oró al Padre Celestial, poco antes de morir: “Padre, perdónalos”. Haga que los niños repitan con usted la frase varias veces.
• ¿Qué hizo Jesús, aun cuando los soldados lo lastimaron?
• ¿Qué quiere Jesús que hagamos nosotros si alguien nos hace enojar o nos causa tristeza?
Nefi perdona a sus hermanos (véase 1 Nefi 7:6–21).
Después de que el profeta Lehi y su familia salieron de Jerusalén, y que la familia de Ismael se unieron a ellos en el desierto, Laman, Lemuel, y algunos de la familia de Ismael empezaron a rebelarse contra los que vivían con rectitud. El hijo de Lehi, Nefi, estaba triste de que sus hermanos estaban siendo rebeldes. Él dijo: «¿cómo es que sois tan duros de corazón, y tan ciegos de entendimiento, que tenéis necesidad de que yo, vuestro hermano menor, tenga que hablaros, sí, y daros el ejemplo? ¿Cómo es que no habéis escuchado la palabra del Señor?» (1 Ne. 7: 8-9.)
Lamán y Lemuel se enojaron mucho con él. No les gustaba que se les diga que estaban viviendo injustamente. Llegaron a estar tan enojados que lo ataron y planeaban dejarlo atado para ser comido por las fieras.
Nefi oró: «¡Oh Señor, según mi fe en ti, líbrame de las manos de mis hermanos; sí, dame fuerzas para romper estas ligaduras que me sujetan! «(1 Ne. 7:17).
Las ligaduras que estaban atadas a su alrededor se soltaron de las manos y los pies, e hicieron que Lamán y Lemuel estuvieran más furiosos. Cuando trataron de hacerle daño, sin embargo, la esposa de Ismael y dos de sus hijos se enfrentaron a ellos tanto que sus corazones se ablandaron y reconocieron su maldad.
Lamán y Lemuel se inclinaron ante Nefi y le pidieron su perdón. En lugar de estar enojado con sus hermanos por tratar de hacerle daño, Nefi dijo que «les perdoné sinceramente todo cuanto me habían hecho, y los exhorté a que pidieran al Señor su Dios que los perdonara.» (1 Ne. 7 : 21).
Nosotros también podemos elegir si perdonar a aquellos que nos han herido u ofendido, o si permaneceremos enojados con ellos. A los ocho años de edad, Nils Evensen de South Jordan, Utah, ha aprendido a seguir el ejemplo de Nefi de perdonar. Cuando Nils cumplió ocho años, ahorró todo su dinero de cumpleaños y compró un juguete que él realmente quería. Él siempre fue muy cuidadoso para guardarlo después de jugar con él, así que no iba a romperse. Un día, un amigo se sentó accidentalmente en el juguete y lo rompió. La hermana de once años de edad, Linnea, dijo que en lugar de enojarse con su amigo, Nils le dijo: «Está bien, podemos pegar las piezas de nuevo.» Debido a que Nils escogió perdonar, él fue capaz de mantener una amistad que podría haber sido gravemente herida si hubiera elegido a enojarse.
José perdona a sus hermanos (véase Génesis 37; 41–45).
Muéstreles la lámina 1–57, de cuando José fue vendido por sus hermanos, y cuente a los niños esa historia, que se encuentra en Génesis 37:12–28.
• ¿Cómo creen que se habrá sentido José cuando sus propios hermanos lo vendieron para ser un esclavo en Egipto?
Explíqueles que José se convirtió en un hombre importante en Egipto (véase Génesis 41:38–43) y que, después de muchos años, sus hermanos fueron a Egipto en busca de alimentos porque en su propia tierra éstos escaseaban. Allí se enteraron de que su hermano José estaba vivo y que tenía gran poder en Egipto (véase Génesis 42:1–8; 45:1–15).
Muéstreles la lámina 1–58, de cuando José se dio a conocer a sus hermanos.
• ¿Cómo creen que se habrá sentido José al volver a ver a sus hermanos? (Véase Génesis 45:14–15.)
• ¿Estaba él enojado con sus hermanos? (Véase Génesis 45:5.)
• ¿Cómo creen que se sintieron sus hermanos al verlo, después de haberlo vendido?
• ¿Cómo les demostró José que los había perdonado? (Véase Génesis 45:5–15.)
Divida los niños en tres grupos. Mande a cada grupo a una parte diferente del salón (véase “Estaciones”, LE, pág. 191), en la que una hermana líder o un maestro o maestra analice brevemente el relato de las Escrituras que preparó para compartir. Una vez que cada grupo haya estado en cada estación, canten la primera estrofa de “Saber perdonar” (CN, pág. 52). Si cuenta con una Primaria grande, podría pedirles a los líderes que se desplacen de estación a estación en vez de que lo hagan los niños.
– Entregue a cada uno de los niños una hoja de papel y un lápiz, y pídales que escriban los números del 1 al 5 en una columna sobre el lado izquierdo de la hoja. Explique que usted les va a hacer un cuestionario acerca del perdón. Todas las preguntas se pueden contestar con un sí o un no.
- ¿Perdonas cuando dices: “Te perdono, pero nunca voy a olvidar lo malo que fuiste conmigo”?
- ¿Perdonas cuando te alegras al saber que algo malo le ha pasado a alguien que no te agrada?
- ¿Perdonas cuando quieres vengarte de alguien que te ha empujado o pegado?
- ¿Perdonas cuando dejas de hablarle a alguien que dijo mentiras acerca de ti?
- ¿Perdonas cuando hablas mal de la persona que no te elige para que integres su grupo?
Indique que la respuesta correcta para todas las preguntas es no. Explique que para perdonar verdaderamente debemos:
- Vencer nuestros sentimientos de enojo.
- No juzgar ni criticar a los demás.
- Olvidar lo que ocurrió.
– Escriba por separado en tiritas de papel, palabras tales como: enojado, tranquilo, feliz, celoso, amoroso, infeliz, criticón y amigable.Escriba las palabras Que perdona y Que no perdona en la pizarra y reparta las tiritas de papel entre los niños. Pídales que, se turnen para decir la palabra que les tocó y que la coloquen en la pizarra debajo del término que corresponda.
– Lleve a la clase accesorios sencillos, tales como batas y bufandas y pida a los niños que representen una o varias partes del relato de José y sus hermanos.
– Haga una “medalla” [una insignia o una condecoración] para cada niño. Átele una cinta, hilo o estambre para que se la puedan colgar del cuello. Lea Mateo 6:14–15 con los niños y analice su significado. Trate de que ellos comprendan que si perdonan a los demás, serían más felices y nuestro Padre Celestial los perdonará por las cosas malas que hagan. Pídales que piensen en alguien que los haya ofendido e ínstelos a orar por esa persona y luego hacer algo bueno por ella. En las Olimpíadas, los mejores atletas ganan medallas por sus actuaciones. La actuación espiritual es mucho más importante que una actuación atlética y cada uno de nosotros será bendecido por perdonar a quienes nos hayan ofendido. A medida que cada niño acepte el cometido de devolver un bien por un mal, entrégueles “una medalla” como recordatorio de la promesa que hicieron.
– Hable con los niños acerca del perdón. Si lo desea, lleve a la clase una bolsa y algunas piedras, libros u otros objetos pesados. Pida a uno de los niños que sostenga la bolsa a medida que usted le va poniendo las piedras. Explique que cada una de las rocas representa un sentimiento de enojo o resentimiento. Pida al niño que camine alrededor del salón de clases o que simplemente sostenga la bolsa por un rato. Explique que cuando nos guardamos nuestros sentimientos de enojo y resentimiento, éstos se convierten en una carga para nosotros. Si perdonamos a los demás, nuestra carga desaparecerá y nos sentiremos mejor. (Saque las piedras de la bolsa.) Haga hincapié en que la gente es más importante que los problemas. Es importante perdonar a los demás y continuar amándolos y preocupándonos por ellos. Aliente a los niños a tener el mismo espíritu de perdón que tuvo José para con sus hermanos. Sugiera a los niños que hagan esta actividad con sus respectivas familias. Aliéntelos a analizar cómo el permanecer enojados o resentidos es como llevar permanentemente con nosotros una bolsa llena de piedras.
– Escriba Doctrina y Convenios 64:10 en la pizarra; luego lea el pasaje y analícelo con los niños. Explique que cuando estamos llenos de sentimientos de enojo hacia los demás, no podemos tener al Espíritu Santo con nosotros. Nuestro Padre Celestial desea que perdonemos para que estemos libres de esos sentimientos de enojo y disfrutemos de la compañía del Espíritu Santo. Ayude a los niños a aprender de memoria ese pasaje de las Escrituras pidiéndoles que lo repitan mientras usted va borrando una palabra a la vez.
– Canten o reciten la letra de la primera estrofa de “Saber perdonar”. Pida a los niños que presten atención a la letra. Recalque que la letra está escrita como si fuera una oración para ayudarnos a comprender lo importante que es perdonar a los demás.
Hazme, oh Padre, saber perdonar al que me ofende o se burla de mí. Oh, buen Señor, hazme vivir cerca, más cerca, de ti.
Pida a los niños que se pongan de pie y canten o repitan la letra de la canción con usted. Aliéntelos a pensar en el mensaje de la letra mientras cantan.
– Muéstreles la “Caja del perdón” y haga que los niños se turnen para sacar de ella un trozo de papel. Cada vez que un alumno saque uno, léalo en voz alta y hágales preguntas similares a las siguientes:
- ¿Les ha pasado esto alguna vez?
- ¿Cómo se sentirían si les pasara eso?
- ¿Qué debería decirles la persona que les hizo enojar o les causó tristeza?
- ¿Qué deben decir o hacer ustedes a la persona que haya sido grosera o que les haya causado tristeza o enojo?
Cuénteles de alguna vez en que usted haya perdonado a alguien y dígales cómo se sintió después de hacerlo. Hágales comprender que nuestro Padre Celestial y Jesucristo quieren que estemos dispuestos a perdonar.
– Cuente a los niños la historia del hijo pródigo, que se encuentra en Lucas 15:11–32; utilice la lámina 1–49, “El hijo pródigo”, para ilustrarla. Hágales notar que el padre amaba mucho a su hijo y lo perdonó.
– Haga con los niños el siguiente juego con movimientos de los dedos. Dígales que hagan los movimientos mientras usted les dice el verso.
Dos buenos amiguitos, éste acá y éste allí (levantar ambos puños cerrados),empezaron a pelear y gritar y discutir (agitar los puños uno frente al otro).Estaban los amigos tristes y enojados,pues a jugar en paz les habían enseñado.Entonces, uno de ellos bajó la cabeza (con el brazo todavía levantado, bajar el puño derecho y darlo vuelta hacia afuera),y el otro también, con mucha vergüenza (hacer lo mismo con el puño izquierdo).Dijo el primer amigo: “Ya sé lo que haré: (golpear las palmas de las manos)para seguir siendo amigos, perdón te pediré” (juntar los dos puños).“Y yo”, dijo el otro, “te voy a perdonar”.Así, los dos contentos se fueron a jugar (cruzar los brazos y sentarse).
Ama a otros cual Cristo te ama. (abrazarse a sí mismo y girar de un lado a otro)
Sé bondadoso y tierno y fiel. (mover la cabeza hacia arriba y hacia abajo, como asintiendo)
Pues esto es lo que Jesús nos enseña. (poner las manos frente a sí mismo con las palmas hacia arriba, como si fueran un libro)
Yo quiero seguirlo a Él. (apuntarse a sí mismo)
– Haga una copia de las medallas y recorte uno de los círculos. Coloréelo si lo desea. Lleve tres pañuelos o piezas pequeñas de tela. Coloque tres pañuelos sobre el suelo. Pida a los niños que se cubran los ojos mientras usted esconde la cara que recortó debajo de uno de los pañuelos. Pida a los niños que se turnen para levantar un pañuelo hasta que encuentren la cara. Luego lea lo que dice el círculo e invítelos a repetirlo junto con usted. Repita el juego hasta que todo niño que desee participar lo haya hecho.
Recorte los círculos para que cada niño tenga uno. Pase una cuerda o hilo por la parte superior de cada uno a fin de elaborar un brazalete o un collar para cada niño.
¡Muchas Gracias! Me ayuda tanto lo que ustedes hacen. Es una bendición esta página, para todas los maestros. Siento el espíritu atraves de qué prepara el mensaje y se que los niño aprenden más con todas las ayudas visuale que ustedes publican.