Pida a una hermana líder de la Primaria que entre al aula haciendo de cuenta que se siente abrumada y dejando en claro que necesita ayuda. Por ejemplo, se le podrían estar cayendo cosas, podría estar tratando de cargar demasiadas cosas o intentando tranquilizar a un bebé. Pida a los niños que sugieran formas en que podrían utilizar sus “manos que ayudan” para ayudarle. Recuerde a los niños que en el relato del buen samaritano, Jesús nos enseñó a prestar servicio a los demás. Muestre láminas de niños que necesiten ayuda. Considere utilizar las que se encuentran en los paquetes de láminas de los manuales de la Primaria. Invite a los niños a expresar cómo podrían ayudar en esas situaciones. Repita la primera mitad de Mosíah 2:17 y pida a los niños que repitan la segunda mitad.
Pida a los niños que tracen el contorno de sus manos en una hoja de papel y que escriban en sus “manos que ayudan” una forma en que su familia podría prestar servicio al prójimo. Anímelos a que realicen este servicio con su familia en algún momento durante la semana. Coloque las manos sobre un tablero o una pared en donde los niños las puedan ver y recordar las formas en que pueden brindar servicio.
Pida a un niño que vaya al frente del aula y que compare sus manos con las de usted. Señale que sus manos son mucho más pequeñas que las de usted. Haga preguntas tales como: “Mis manos grandes pueden recoger juguetes. ¿Tus manos pequeñas pueden?”. A fin de que todos los niños participen, pídales que comparen sus manos con las de sus maestros. Indique que sus manos pueden realizar muchos actos de servicio, aun cuando sean pequeñas. Canten “Mis manitas” (CN, pág. 126). Invite a los niños a cruzar las manos y ponerlas sobre su regazo mientras cantan. Cuando canten la palabra manitas, pídales que levanten ambas manos en el aire y que luego las vuelvan a cruzar rápidamente.
Prepare una caja o una bolsa que contenga objetos conocidos de formas y texturas diferentes, por ejemplo, una piedra, la hoja de una planta, un trozo de tela, una cuchara, un peine, un lápiz, etc. Lleve por lo menos un objeto por cada alumno que tenga en la clase. Llame a uno de los niños y dígale que meta la mano en la caja o bolsa, sin mirar, que toque uno de los objetos y diga si es duro, blando, liso o áspero; luego, que diga si sabe lo que es. Después, pida al mismo niño que saque el objeto de la bolsa o caja y lo muestre a la clase; deje que todos lo palpen. Continúe, hasta que todos los niños hayan participado.
• ¿Qué metieron dentro de la caja (bolsa) para tocar el objeto?
• ¿Con qué tocaron el objeto?
Explíqueles que las manos son una gran bendición para nosotros, pues podemos emplearlas para muchas cosas.
Pregunte a los niños si alguna vez alguien las ha rescatado físicamente en un momento difícil. ¿Qué sintieron por la persona que les ayudó? Vean el video “Al rescate de los necesitados” e invite a los niños a analizar lo que aprendan del discurso del presidente Monson respecto a servir al prójimo como lo hizo el Salvador.
Pregunte a los niños: “¿Qué enseñó el Salvador en la parábola del Buen Samaritano?”. Como clase, lean la parábola del Buen Samaritano en Lucas 10:25–37 (o vean el video “La parábola del Buen Samaritano”). Invite a los niños a compartir experiencias en las que fueron bendecidos al brindar a los demás un servicio semejante al de Cristo. ¿Por qué a veces encontramos difícil el servir a los demás (como les sucedió al sacerdote y al levita)? ¿Qué oportunidades tienen los niños de “ir y hacer” como el buen samaritano?
Encantador la palma de los niños, gracias por recordar lo importante de poder servir al Señor y ser grandemente bendecido en comunión cuando ayudamos a nuestro prójimo.