¿Cómo me puedo preparar ahora para llegar a ser una esposa y madre justa?

Para prepararse para ser una esposa y madre justa, las jóvenes deberían centrarse en el Salvador y en desarrollar atributos cristianos. La proclamación para la familia dice que “los matrimonios y las familias que logran tener éxito se establecen y se mantienen sobre los principios de la fe, de la oración, del arrepentimiento, del perdón, del respeto, del amor, de la compasión, del trabajo y de las actividades recreativas edificantes… La madre es principalmente responsable del cuidado de sus hijos” (“La Familia: Una Proclamación para el Mundo”, Liahona, noviembre de 2010, pág. 129).

  • ¿Qué ha hecho usted, o qué está haciendo, para prepararse para ser esposa y madre? ¿Cómo ha bendecido su vida esta preparación?
  • ¿Qué están haciendo las mujeres jóvenes de su clase (o qué podrían estar haciendo) para prepararse para el matrimonio y la maternidad? ¿Qué preguntas podrían tener en cuanto a la preparación para el matrimonio y la maternidad?

Un viajero que pasaba por una cantera de piedra vio a tres hombres que allí trabajaban, y a los tres les preguntó qué hacían. La respuesta que cada uno de ellos le dio revela la perspectiva diferente que los tres tenían de la misma labor. El primero le contestó: “Estoy cortando piedras”. El segundo hombre le dijo: “Estoy ganándome tres monedas de oro por día”. El tercero sonrió y le respondió: “Estoy ayudando a edificar una casa de Dios”.

• ¿En qué forma afectaba el punto de vista de cada hombre la opinión que tenía de su trabajo?

• ¿Les parece que el tercero consideraría su trabajo más interesante y valioso que los otros dos? ¿Por qué?

Explique a la clase que la perspectiva en que contemplemos nuestra función divina de esposas y madres puede ser positiva o negativa. Algunas mujeres lo ven como una labor denigrante y pesada, pero esa función es realmente parte de una promesa solemne que hicimos antes de venir a la tierra, y también nos hace partícipes de las bendiciones que Dios nos tiene reservadas por ser Sus hijas.

El presidente Spencer W. Kimball enseñó lo siguiente:

“…hicimos votos, solemnes votos en los cielos, antes de venir a esta vida terrenal.

“Hemos hecho convenios, y los hicimos antes de aceptar nuestra posición en esta tierra…

“Le prometimos a nuestro Padre Celestial que, si El nos mandaba a este mundo, nos daba un cuerpo y ponía a nuestro alcance las invalorables oportunidades que ofrece la vida terrenal, llevaríamos una vida limpia, nos casaríamos en el santo templo y tendríamos hijos a los que enseñaríamos la rectitud. Y fue un juramento solemne el que hicimos, una solemne promesa” (“Be Ye Therefore Perfect”, discurso pronunciado en el Instituto de Religión de Salt Lake, 10 de enero de 1975, pág. 2).

• Antes de venir a la tierra, ¿qué funciones le prometimos a nuestro Padre Celestial que aceptaríamos aquí? (Que nos casaríamos y tendríamos hijos.)

El presidente Kimball también nos advirtió: “…no cometáis el error de ser arrastradas a efectuar tareas secundarias que os harán descuidar vuestros deberes eternos, como el de la maternidad y el de enseñar a los hijos espirituales de nuestro Padre Celestial” (“Vuestro papel como mujeres justas”, Liahona, enero de 1980, pág. 170).

No existe obra más noble que la que desempeña una buena madre llena del temor de Dios

Explíqueles que si creemos que la vida de la mujer que es esposa y madre es aburrida y rutinaria, así nos resultará. Pero si logramos comprender el propósito divino por el que vinimos y darnos cuenta del gran potencial que tenemos, esa función tendrá para nosotras un significado mayor que cualquier otra responsabilidad que podamos tener. La mayor satisfacción la obtendremos dando apoyo entusiasta y alegre a nuestro marido y trayendo espíritus al mundo a los que criemos y enseñemos la rectitud.

• ¿En qué seremos bendecidas por tener una comprensión clara y una perspectiva correcta de la función que nos toca como esposas y madres?

• ¿Qué influencia tendrá en nosotras esa perspectiva para el resto de nuestra vida?

• ¿De qué manera nos protegen del peligro de las opiniones mundanas las enseñanzas del Señor y de Sus siervos sobre nuestra divina función?

El presidente David O. McKay dijo: “La maternidad se aproxima a la divinidad. Es el más elevado, el más santo de los servicios que pueda prestar una mujer” (en “Conference Report”, oct. de 1942, págs. 12–13).

• Esas palabras de un Profeta de Dios, ¿cómo fortalecen la perspectiva que tengamos de nuestra función?

• El comprender palabras como ésas de los profetas del Señor, ¿de qué forma nos ayuda a evitar el concepto mundano que tienen algunas mujeres de que ser madre es una carga pesada y que nos quita nuestra libertad?

Explique a las jovencitas que la maternidad nos enseña a ser más abnegadas y más capaces de sacrificarnos.

El presidente Spencer W. Kimball dijo:

“Las jovencitas deben hacer planes y prepararse para el matrimonio, al igual que para traer hijos al mundo y criarlos; ése es vuestro derecho divino y el camino hacia la más grande y suprema felicidad” (“Privilegios y responsabilidades de la mujer de la Iglesia”, Liahona, febrero de 1979, pág. 142).

  • Con tantas opiniones contradictorias que hay en el mundo sobre la función de la mujer, ¿cómo podemos saber y seguir el plan de nuestro Padre Celestial para las mujeres?
  • ¿En qué forma nos ayuda a cumplir nuestra misión divina el seguir el consejo de los profetas de obtener una formación académica?

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Un comentario

  1. LOURDES GARCIA ALVAREZ

    Excelente tema que quiero compartir a los niños de la primaria en una actividad, a estos pequeños de este tiempo no solo quedará en sus mentes sino también en su corazón, para las pequeña que sea uno de tantos objetivos a cumplir con ellas mismas y con el Padre Celestial.
    Y claro para todas las adultas que participen recordaremos no olvidar el compromiso y la importancia que tiene el ser mujer madre y esposa justa.
    Agradezco a todas las Hnas. y Hnos. que hacen posible este medio de comunicación y a todos los que se nutren del trabajo, cualidades, conocimiento…. que poseen y nos comparten con amor y ánimo; y que gracias a este esfuerzo son grandemente bendecidos ellos, sus seres queridos y nosotros magnificando nuestro llamamiento.

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