«Creemos que la Biblia es la palabra de Dios hasta donde esté traducida correctamente; también creemos que el Libro de Mormón es la palabra de Dios.»
Lean el octavo Artículo de Fe y después diga a los alumnos que el profeta José Smith expresó:
“A juzgar por las varias revelaciones que se habían recibido, era aparente que se habían quitado de la Biblia muchos puntos importantes tocantes a la salvación del hombre, o se habían perdido antes de su compilación” (Enseñanzas del Profeta José Smith, págs. 4–5; véase también 1 Nefi 13:21–29).
La Biblia no es inferior a las otras Escrituras. El élder M. Russell Ballard, del Cuórum de los Doce Apóstoles, dijo: “Creemos, reverenciamos y amamos la Santa Biblia. Contamos con Escrituras sagradas adicionales… pero [éstas corroboran] la Biblia y nunca la [sustituyen]” (“El milagro de la Santa Biblia”, Liahona, mayo de 2007, pág. 81).
El octavo Artículo de Fe dice:
“Creemos que la Biblia es la palabra de Dios hasta donde esté traducida correctamente”.
En los días de José Smith, la palabra traducir no significaba exclusivamente tomar algo de un idioma y expresarlo en otro, sino que también podía indicar transferir, transmitir, interpretar o explicar; y aunque se aprecian errores en las diversas versiones tomadas del texto original en hebreo y griego, el problema principal es que en la transmisión de los textos antiguos hasta nuestros días, “se han quitado muchas cosas claras y preciosas” (1 Nefi 13:28). Así que, en el proceso de transmisión de los textos bíblicos hasta nuestros días, se han perdido ciertas enseñanzas. Ésta es una de las razones por las que hay tantas interpretaciones diferentes de la Biblia, tal como lo constató José Smith (véase José Smith—Historia 1:12). Por tanto, una manera en que la revelación moderna aclara y confirma las verdades de la Biblia es al restaurar otras verdades que se habían perdido (véase 1 Nefi 13:39–40).
La Biblia no es inferior a las otras Escrituras. El élder M. Russell Ballard, del Cuórum de los Doce Apóstoles, dijo: “Creemos, reverenciamos y amamos la Santa Biblia. Contamos con Escrituras sagradas adicionales… pero [éstas corroboran] la Biblia y nunca la [sustituyen]” (“El milagro de la Santa Biblia”, Liahona, mayo de 2007, pág. 81).
El octavo Artículo de Fe dice: “Creemos que la Biblia es la palabra de Dios hasta donde esté traducida correctamente”. En los días de José Smith, la palabra traducir no significaba exclusivamente tomar algo de un idioma y expresarlo en otro, sino que también podía indicar transferir, transmitir, interpretar o explicar; y aunque se aprecian errores en las diversas versiones tomadas del texto original en hebreo y griego, el problema principal es que en la transmisión de los textos antiguos hasta nuestros días, “se han quitado muchas cosas claras y preciosas” (1 Nefi 13:28). Así que, en el proceso de transmisión de los textos bíblicos hasta nuestros días, se han perdido ciertas enseñanzas. Ésta es una de las razones por las que hay tantas interpretaciones diferentes de la Biblia, tal como lo constató José Smith (véase José Smith—Historia 1:12). Por tanto, una manera en que la revelación moderna aclara y confirma las verdades de la Biblia es al restaurar otras verdades que se habían perdido (véase 1 Nefi 13:39–40).
Las Escrituras se traducen para que todos los hijos de Dios puedan aprender acerca de Él y Su plan. Traza las letras para ver los nombres de la Santa Biblia y del Libro de Mormón en muchos idiomas.
Invite a varios niños a compartir su Escritura o relato de las Escrituras favorita. Anímeles a que compartan lo que han aprendido al leer las Escrituras. Comparta su testimonio de las Escrituras. Lean juntos el título del Libro de Mormón en la página de la portada.
Lea la siguiente Escritura en voz alta y pida a los niños que levanten la mano cuando escuchen otros nombres que recibe el Salvador: 2 Nefi 19:6; Alma 5:38; 3 Nefi 5:26. A medida que los niños identifiquen los títulos, escríbalos en la pizarra. Seleccione varios títulos y explique cómo el Salvador cumple esas funciones.
